martes, 29 de marzo de 2011

Nacho Vegas: tortúrame otra vez, por favor


Segunda noche seguida en la Joy Eslava, segundo lleno. Nacho Vegas, quien sigue promocionando su perturbadora Zona Sucia, no parece hallarle límites a su propio y creciente poder de convocatoria. Casi dos horas de emociones fuertes tan dolorosas como adictivas que le confirman como el gran referente de la ‘chanson’ española.

A un concierto de Nacho Vegas no se acude con la intención de hallar la felicidad. Uno tampoco puede pretender divertirse, entendiendo el término ‘diversión’ como la consecuencia de una rutinaria salida entre amigos que se dan cita para emborracharse a las puertas de un centro comercial o para disfrutar de los estribillos pegadizos de los últimos hijos del hype. Resulta importante ser consecuente con sus actos y tener bien presente que las delicadas canciones del asturiano traspasan los límites de la moda, de las generaciones y del tiempo. De un momento para otro, pueden aniquilar cualquier fachada emocional y estampar violentamente nuestra confiada percepción contra la frialdad del arcén.

Dicho en otras palabras, con Nacho Vegas sobre las tablas se sufre. Se sufre de melancolía, se sufre de recuerdos inabordables, de silencios, de aislamiento e incluso de síndrome de Stendhal. Su voz subterránea y sus honestos versos que giran alrededor del desamor te apresan, te colocan frente a frente al espejo de tu propia realidad, de tus propios fracasos sentimentales, te maniatan a una silla de tortura desde la que uno ve desfilar, entre una ligera niebla de lágrimas, su pasado agridulce a cámara lenta… muy lenta.

Sin embargo, el gran mérito de éste artista apático, lejano e inmóvil es haber logrado, a pesar de la crudeza de sus textos y el sentimentalismo impreso en sus melodías, despedirse una noche más de un público que abandonaba la sala Joy Eslava con expresión soñadora y optimista. Terapia de choque. Ritual. Una velada casi religiosa; elegante comunión entre el altar y los devotos quienes, emocionados y con los ojos cerrados o dirigidos hacia el cielo acompañaron en coro al último Dios del olimpo folk nacional.
CRECIENDO

La Zona Sucia (2011), publicada hace apenas un mes, incluye algunas de las composiciones más destacables y sublimes de toda su discografía: ‘Cuando Te Canses De Mí’, ‘Incendios’, ‘Reloj Sin Manecillas’, ‘Taberneros’ o la enternecedora ‘La Gran Broma Final’. Por ello, consciente y orgulloso de la grandeza de su último trabajo, Nacho Vegas optó el pasado viernes en Madrid por tocar la totalidad de esas canciones con la única excepción de ‘La Comedia Humana’. A ellas se sumaron, entre otras, sus himnos ‘Dry Martini S.A.’, ‘El Hombre Que Casi Conoció A Michi Panero’ y ‘Maldición’.

Llenó la Joy Eslava dos noches seguidas, colgará el cartel de ‘no quedan entradas’ en el Circo Price dentro de unos días. ¿Qué más pruebas necesitamos para afirmar de una vez por todas que el carismático Nacho Vegas es hoy en día la gran referencia del folk/rock nacional?





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