martes, 29 de marzo de 2011

Nacho Vegas: “Mi mayor miedo es repetir los errores del pasado”


Ni oscuro ni egoísta ni manejado por sus adicciones. Nacho Vegas (Gijón, 1974) no tiene nada que ver con la imagen que, durante años, se ha transmitido de él, “soy todo lo contrario, una persona muy sensible y tímida, lo malo es que en el rock parece que si hablas de drogas en una canción ya estás hablando de tu propio consumo, y no siempre es así”, afirma el artista.

Sus enrevesadas letras convertían sus canciones en un plato para sibaritas pero parece que su último disco, La zona sucia (Marxophone, 2011), ha abierto su música a un colectivo mucho más heterogéneo. Los datos lo corroboran, ya que ha llegado al número tres en la lista de los más vendidos: “Me siento igual que si estuviera en el número 80 porque esto tiene una razón de fondo: con la crisis que vive la industria del disco se deshinchó todo un poco y, ahora, es más normal que gente como yo, que no podemos invertir tanto en mercadotecnia, pueda entrar en los primeros puestos de las listas de venta”. Además, la semana pasada, agotó entradas para los dos conciertos que dio en la Joy Eslava de Madrid y tuvo que planificar otro más; hoy, le faltará poco para colgar de nuevo el cartel de no hay entradas en el recital que dará en el Circo Price de la capital. Y es que Nacho Vegas arrastra a uno de los públicos más fieles del panorama musical español desde que hace 10 años decidió emprender su carrera en solitario, algo de lo que ni él mismo es muy consciente: “Para mí fue una sorpresa tremenda agotar fechas incluso antes de que el disco saliera a la venta”.

Con el título de su nuevo disco, el cantante hace referencia a una de sus pasiones, la Fórmula 1, y al proceso de composición, “las canciones siempre nacen de sitios un poco oscuros, sucios e incomprensibles que son muy difíciles de explicar y por eso se ponen en las letras”. Quizás, por esa oscuridad, muchos le han tachado de compositor arduo, negativo y complicado y, aunque para este álbum la letra sigue siendo su prioridad frente a las melodías, sus canciones se han vuelto más estructuradas, positivas y ordenadas. “Son canciones más sintéticas. Intenté podar mucho las letras, huir de lo críptico que había dominado en el disco anterior porque, como ocurre en la vida, los nuevos proyectos son como ciclos que surgen en reacción a lo que te sucede antes y, cuando analicé mi discografía me di cuenta de que había cosas que sobraban y darse cuenta de eso, es lo más difícil de hacer un buen disco”.

A pesar del empeño de muchos críticos por quitarle la etiqueta de músico independiente, Vegas defiende que no solamente es su seña de identidad sino “una cuestión casi de militancia”. Lo mismo le pasa con la etiqueta de autobiográfico. Sus canciones hablan de la vida sin tapujos, de verdades que, a veces, son como puñales, de dolor y de miedo que rompen cualquier atisbo de mundo rosa idealizado pero, en contra de lo que muchos piensan, no son un reflejo de su vida. “Compongo con lo que tengo a mano, con cosas que me suceden a mí o a alguien que tengo cerca pero, cuando las pones en una canción las modelas tanto que casi desaparecen. La realidad por sí misma no te dice ninguna verdad, y las canciones hablan más de la verdad que de la realidad”.

Su realidad está dominada por el miedo. Ha estado presente en todos sus discos y, por tanto, en todas sus canciones pero, ¿qué es lo que tanto teme Nacho Vegas? Es una respuesta difícil y se toma su tiempo; finalmente, con la mirada perdida, dispara un discurso profundo: “La lista de miedos con los años va creciendo. Los niños tienen miedo a cosas físicas porque no son conscientes del pasado y no tienen miedo a repetir errores, que es lo que me pasa a mí”. Para evitarlo se ha construido el mejor refugio, su música.

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