viernes, 22 de abril de 2011

Información sobre preventa en el DF



Para beneplácito de sus fieles seguidores mexicanos, el músico gijonés Nacho Vegas, uno de los hombres más fundamentales del rock independiente español, regresa a México bajo el marco de la promoción de su más reciente disco de estudio, quinto en su trayectoria solista, titulado La Zona Sucia, que se lanzó a la venta el pasado 14 de febrero. La cita para esta clásica, matizada y contundente velada será el próximo viernes 3 de junio en los rincones del Teatro Metropólitan. La Zona Sucia, título inspirado en su pasión por la Fórmula 1, está compuesto por 10 intensos temas. Tal vez sea su disco más accesible pero a la vez de una madurez compositiva intachable, en pocas palabras resume el abismo emocional del universo "vegasiano". Se trata de canciones que muestran al Nacho Vegas del 2011, creativo, reflexivo, intenso y descorazonador.

De venta al público en general
Inicia: sáb 30/04/11, 11:00

Preventa Banamex
Inicia: jue 28/04/11, 11:00
Termina: vie 29/04/11, 23:00

Rango de Precios
MX $150.00 - MX $750.00

miércoles, 20 de abril de 2011

Nacho Vegas regresará a México



El músico español Nacho Vegas, considerado uno de los artistas fundamentales del rock independiente de su país, regresará a México con dos conciertos para promocionar su nuevo álbum titulado 'La zona sucia'.

El cantautor, quien recién se presentó en Gijón, Asturias, actuará ante sus fans mexicanos el 2 de junio próximo en el Teatro Diana de Guadalajara y un día después en el Metropólitan del país.

El quinto álbum como solista del asturiano, el cual se lanzó a la venta el pasado 14 de febrero, está inspirado en la pasión del cantante por la Fórmula 1.

'La zona sucia' entró al puesto número tres de las listas de ventas y lleva, hasta ahora, más de siete mil copias vendidas, dos mil de ellas en la versión vinil.

Nacho Vegas ha tenido las influencias de Will Oldham, Nick Cave, Leonard Cohen, Nick Drake, Bob Dylan y Tom Waits. El roquero incorpora matices minimalistas, que pueden aproximarse a la obra de Pascal Comalade como a los arreglos de Nacho Mastretta.

Ha sido parte de la banda Manta Raya, donde fue fundador y líder. Imprimió su estilo y alcanzó una gran reputación a nivel internacional. Además, ha colaborado con bandas como Los Planetas, Corcobado, Migala, Lucas 15 y Penélope Trip, así como uno al lado de Enrique Bunbury en el disco 'El tiempo de las cerezas'.

El cantante, tras agotar las entradas en todas sus actuaciones de la nueva gira, la cual presentó en Madrid con tres conciertos, volverá a México en junio próximo para deleitar a los seguidores del rock independiente.

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sábado, 16 de abril de 2011

NACHO VEGAS EN MÉXICO: GUADALAJARA Y DF

VENTA DE ENTRADAS:

Jueves 2 de Junio, Teatro Diana de Guadalajara: Preventa Banamex en Guadalajara los días 26 y 27 de Abril.

Viernes 3 de Junio, Teatro Metropólitan del D.F. Preventa Banamex en la Ciudad de México los días 28 y 29 de Abril.

Facebook Nacho Vegas Oficial

miércoles, 30 de marzo de 2011

Nadie se cansa de Nacho Vegas


A las nueve de la noche del pasado jueves, con un gran público expectante, apareció el cantante asturiano en el escenario de la Joy Eslava ataviado con un traje oscuro. Una sala repleta le esperaba para escuchar sus nuevos temas desprendidos de La zona sucia y algún éxito de sus anteriores discos.

Lo que no sabía Nacho es que se iba a encontrar con un público tan deseoso de su música y que se deleitaba con cada una de sus estrofas. La primera canción que comenzó a sonar, como en su nuevo disco, fue “Cuando te canses de mí”, seguida de “Cosas que no hay que contar”. Buen sonido y el público aplaude sin cesar. Hay muchas ganas de escuchar a Nacho y el ambiente acompaña. La tercera canción es del antiguo disco, El manifiesto desastre, “Detener el tiempo”, que suena diferente, mucho más pausada y con la que Vegas se siente muy a gusto ya que el público la corea sin pausa.

A pesar de dudar en alguna ocasión del sonido, el asturiano es un animal del escenario, donde tiene total libertad para renovar sonidos de sus canciones. Además, hoy viene acompañado de Abraham, Xel, Luis y Manuel; su banda al completo que sin duda están dando lo mejor de ellos.

“Reloj sin manecillas” es la siguiente y la gente comienza a moverse en su sitio y a acompañar a Nacho con la voz. Se denota que la gente viene con las letras bien aprendidas. Mientras transcurre la pausa, y antes de que comience a sonar una de sus mejores canciones, “Dry Martini S.A”, el público le pide que hable, pero él, sereno y perenne en su sitio, decide darle más protagonismo a la música que a las intervenciones. Se escucha, entre murmullos, la extrañeza que sienten algunos ante el poco contacto que está teniendo con el público. Muchos de ellos son principiantes en esto de ver a Nacho Vegas en directo.



Desde 2006, y con cambio de guitarra, llegan los siguientes acordes. Una desgarradora “Hablando de Marlén” consigue que toda la sala se quede en silencio observando cómo Nacho Vegas disfruta cantando sus letras, cerrando sus ojos para no perder ni un ápice de sentimiento. Abraham Boba decide en este caso acompañarle con un precioso acordeón. De Cajas de música difíciles de parar suena “Maldición”. Por el momento las canciones antiguas superan en número a las nuevas y todavía no hemos llegado a la primera hora de concierto.

Con “Incendios”, consigue transmitirnos la sensación de celos en la que se basa la letra. Justo después llega una de las más esperadas, “Perplejidad”, que se queda un poco coja sin los coros de los niños. Se hace bastante corta, siendo una pena que durante el concierto con algunas se haya explayado y con ésta haya sido tan correcto.

“Palacio de papel” es la elegida para hacerla a dos voces con Xel; y para que, justo después y tras la insistencia del público, Nacho se arranque a dar las buenas noches y presentar animadamente a sus músicos. La gente por fin respira tranquila y parece disfrutar del concierto completamente.

Se acaba de cumplir la primera hora y para celebrarlo Vegas ha escogido “Me he perdido”. La gente entra en éxtasis, incluso, a pesar de que Nacho se olvide de la letra, lo toman con humor y le aplauden sin cesar. De hecho, son muchas las canciones en las que el público no ha podido esperar al final para aplaudir.

Por el ritmo del concierto, parece ser que llegará a las dos horas y con sólo un bis de por medio. Ahora suena “Lo que comen las brujas”, en la que el publico se motiva cantando los “oh oh oh” y seguidamente “Va a empezar a llover” del disco en común con Enrique Bunbury, El tiempo de las cerezas. A continuación suena “La gran broma final”, la gente la canta y la disfruta totalmente. Es el single y lo toca antes del bis, la gente comienza la quiniela para saber cuál será la que cierre el concierto. Pero por el momento hace una reverencia y se marcha junto al grupo.



ras el descanso, y en el primer y único bis, Nacho sale con guitarra española para tocar él solo “Canción del extranjero”. La segunda elegida es “Taberneros”, una de las creaciones más sublimes del último proyecto y hay una tercera, “El mercado de sonora”, la cual resuelven con un final apoteósico y bastante psicodélico en la que Boba y Vega aporrean los instrumentos; aunque no es la mejor selección para cerrar.

Ya no dio para más, el artista se despidió del escenario y del público y sólo quedaba valorar el concierto. Sin duda, Nacho Vegas está en una época muy buena.

Crónica y fotografías: Elena Matías.

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martes, 29 de marzo de 2011

Nacho Vegas: “Mi mayor miedo es repetir los errores del pasado”


Ni oscuro ni egoísta ni manejado por sus adicciones. Nacho Vegas (Gijón, 1974) no tiene nada que ver con la imagen que, durante años, se ha transmitido de él, “soy todo lo contrario, una persona muy sensible y tímida, lo malo es que en el rock parece que si hablas de drogas en una canción ya estás hablando de tu propio consumo, y no siempre es así”, afirma el artista.

Sus enrevesadas letras convertían sus canciones en un plato para sibaritas pero parece que su último disco, La zona sucia (Marxophone, 2011), ha abierto su música a un colectivo mucho más heterogéneo. Los datos lo corroboran, ya que ha llegado al número tres en la lista de los más vendidos: “Me siento igual que si estuviera en el número 80 porque esto tiene una razón de fondo: con la crisis que vive la industria del disco se deshinchó todo un poco y, ahora, es más normal que gente como yo, que no podemos invertir tanto en mercadotecnia, pueda entrar en los primeros puestos de las listas de venta”. Además, la semana pasada, agotó entradas para los dos conciertos que dio en la Joy Eslava de Madrid y tuvo que planificar otro más; hoy, le faltará poco para colgar de nuevo el cartel de no hay entradas en el recital que dará en el Circo Price de la capital. Y es que Nacho Vegas arrastra a uno de los públicos más fieles del panorama musical español desde que hace 10 años decidió emprender su carrera en solitario, algo de lo que ni él mismo es muy consciente: “Para mí fue una sorpresa tremenda agotar fechas incluso antes de que el disco saliera a la venta”.

Con el título de su nuevo disco, el cantante hace referencia a una de sus pasiones, la Fórmula 1, y al proceso de composición, “las canciones siempre nacen de sitios un poco oscuros, sucios e incomprensibles que son muy difíciles de explicar y por eso se ponen en las letras”. Quizás, por esa oscuridad, muchos le han tachado de compositor arduo, negativo y complicado y, aunque para este álbum la letra sigue siendo su prioridad frente a las melodías, sus canciones se han vuelto más estructuradas, positivas y ordenadas. “Son canciones más sintéticas. Intenté podar mucho las letras, huir de lo críptico que había dominado en el disco anterior porque, como ocurre en la vida, los nuevos proyectos son como ciclos que surgen en reacción a lo que te sucede antes y, cuando analicé mi discografía me di cuenta de que había cosas que sobraban y darse cuenta de eso, es lo más difícil de hacer un buen disco”.

A pesar del empeño de muchos críticos por quitarle la etiqueta de músico independiente, Vegas defiende que no solamente es su seña de identidad sino “una cuestión casi de militancia”. Lo mismo le pasa con la etiqueta de autobiográfico. Sus canciones hablan de la vida sin tapujos, de verdades que, a veces, son como puñales, de dolor y de miedo que rompen cualquier atisbo de mundo rosa idealizado pero, en contra de lo que muchos piensan, no son un reflejo de su vida. “Compongo con lo que tengo a mano, con cosas que me suceden a mí o a alguien que tengo cerca pero, cuando las pones en una canción las modelas tanto que casi desaparecen. La realidad por sí misma no te dice ninguna verdad, y las canciones hablan más de la verdad que de la realidad”.

Su realidad está dominada por el miedo. Ha estado presente en todos sus discos y, por tanto, en todas sus canciones pero, ¿qué es lo que tanto teme Nacho Vegas? Es una respuesta difícil y se toma su tiempo; finalmente, con la mirada perdida, dispara un discurso profundo: “La lista de miedos con los años va creciendo. Los niños tienen miedo a cosas físicas porque no son conscientes del pasado y no tienen miedo a repetir errores, que es lo que me pasa a mí”. Para evitarlo se ha construido el mejor refugio, su música.

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Nacho Vegas: tortúrame otra vez, por favor


Segunda noche seguida en la Joy Eslava, segundo lleno. Nacho Vegas, quien sigue promocionando su perturbadora Zona Sucia, no parece hallarle límites a su propio y creciente poder de convocatoria. Casi dos horas de emociones fuertes tan dolorosas como adictivas que le confirman como el gran referente de la ‘chanson’ española.

A un concierto de Nacho Vegas no se acude con la intención de hallar la felicidad. Uno tampoco puede pretender divertirse, entendiendo el término ‘diversión’ como la consecuencia de una rutinaria salida entre amigos que se dan cita para emborracharse a las puertas de un centro comercial o para disfrutar de los estribillos pegadizos de los últimos hijos del hype. Resulta importante ser consecuente con sus actos y tener bien presente que las delicadas canciones del asturiano traspasan los límites de la moda, de las generaciones y del tiempo. De un momento para otro, pueden aniquilar cualquier fachada emocional y estampar violentamente nuestra confiada percepción contra la frialdad del arcén.

Dicho en otras palabras, con Nacho Vegas sobre las tablas se sufre. Se sufre de melancolía, se sufre de recuerdos inabordables, de silencios, de aislamiento e incluso de síndrome de Stendhal. Su voz subterránea y sus honestos versos que giran alrededor del desamor te apresan, te colocan frente a frente al espejo de tu propia realidad, de tus propios fracasos sentimentales, te maniatan a una silla de tortura desde la que uno ve desfilar, entre una ligera niebla de lágrimas, su pasado agridulce a cámara lenta… muy lenta.

Sin embargo, el gran mérito de éste artista apático, lejano e inmóvil es haber logrado, a pesar de la crudeza de sus textos y el sentimentalismo impreso en sus melodías, despedirse una noche más de un público que abandonaba la sala Joy Eslava con expresión soñadora y optimista. Terapia de choque. Ritual. Una velada casi religiosa; elegante comunión entre el altar y los devotos quienes, emocionados y con los ojos cerrados o dirigidos hacia el cielo acompañaron en coro al último Dios del olimpo folk nacional.
CRECIENDO

La Zona Sucia (2011), publicada hace apenas un mes, incluye algunas de las composiciones más destacables y sublimes de toda su discografía: ‘Cuando Te Canses De Mí’, ‘Incendios’, ‘Reloj Sin Manecillas’, ‘Taberneros’ o la enternecedora ‘La Gran Broma Final’. Por ello, consciente y orgulloso de la grandeza de su último trabajo, Nacho Vegas optó el pasado viernes en Madrid por tocar la totalidad de esas canciones con la única excepción de ‘La Comedia Humana’. A ellas se sumaron, entre otras, sus himnos ‘Dry Martini S.A.’, ‘El Hombre Que Casi Conoció A Michi Panero’ y ‘Maldición’.

Llenó la Joy Eslava dos noches seguidas, colgará el cartel de ‘no quedan entradas’ en el Circo Price dentro de unos días. ¿Qué más pruebas necesitamos para afirmar de una vez por todas que el carismático Nacho Vegas es hoy en día la gran referencia del folk/rock nacional?





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Nacho Vegas: 'He aprendido a ser menos solemne'



Resulta ya un cliché decir que Nacho Vegas (Gijón, 1974) tiene poco que ver con el personaje que se ha construido sobre él. Es alto y desgarbado, tiene el pelo castaño y se mueve con elegancia. Habla en voz baja, eligiendo cuidadosamente cada una de las palabras. De tanto en cuando, sonríe travieso y se le pone cara de niño. "No han estado mal las fotos", comenta al llegar mientras se quita un abrigo gris y el sempiterno fular rojo que le lleva acompañando durante toda la promoción de 'La zona sucia', su quinto trabajo en solitario. "Es un regalo de mi madre", explica.

Como los deportistas, a veces los músicos entran en un momentum en el que les sale todo bien y parecen capaces de conseguir cualquier cosa. Nacho está viviendo el suyo. Su nuevo disco, publicado bajo la etiqueta Marxophone, que engloba a Refree, a Fernando Alfaro y a la promotora de conciertos madrileña I'm An Artist, ha sido número tres en la lista de álbumes más vendidos. Mientras, la gira está siendo un éxito total, con llenazos en cada ciudad. En Madrid se han vendido ya todas las entradas para dos noches en Joy Eslava y se ha abierto otra más en el Circo Price.

Las cosas van mejor que nunca. ¿Cómo lo está viviendo?

Sí, van bien... Es ilusionante y estoy contento, claro. Pero cuando se publica un disco la sensación siempre es rara. Se necesita un poco más de tiempo para interpretar qué es lo que ha sucedido.

¿Cambian mucho sus canciones desde que las empieza a concebir hasta que están completadas?

Antes me ocurría más. Siempre se parte de una idea que nunca acaba siendo tan perfecta como uno se imagina. Ahora voy alcanzando lo que busco o, al menos, estoy más relajado. Es que mis canciones son muy imperfectas. Le doy mucha importancia a las letras, las corrijo mil veces y no me importa que retuerzan la melodía. Nunca se terminan del todo.

Precisamente, en La zona sucia eso pasa menos que nunca. La métrica está perfectamente encajada en la melodía y el conjunto queda muy redondo.

Es verdad. Justo antes de ponerme a trabajar en el álbum escuché todos mis discos y me quedé con la sensación de que mis canciones son demasiado retorcidas. Quería sintetizar mis ideas, no darle tantas vueltas y quedarme sólo con lo esencial de las letras.

¿Fue un shock escuchar toda su obra así del tirón?

Un poco sí (risas). Me di cuenta de que había algunas canciones de las que me había olvidado completamente, que sería incapaz de tocarlas.

¿Siente que cada vez domina más el oficio de compositor?

La verdad es que no. En algún momento he podido llegar a pensar que sí, que me sabía el truco, por decirlo de alguna manera. Pero siempre hay una parte de inseguridad en mí y, aparte, está el miedo a repetirse o a quedarse en blanco. Cuanta más música escucho, más difícil me resulta de controlar.

En este álbum la voz suena más relajada y cómoda que nunca. Como si hubiera cantado con los ojos cerrados en vez de abiertos...

Puede ser. Yo empecé odiando mi voz y todavía estoy intentando reconciliarme con ella. En los primeros discos es como si me diera miedo cantar y lo detesto, me da mucho pudor cuando los escucho. Eso me llevó al otro lado, a interpretar demasiado. Ahora intento ser más natural.

¿Es ésta su obra más accesible?

No sé por dónde va la 'accesibilidad'. Me hace ilusión que algunas de mis canciones más largas, como El Ángel Simón, sean de las más conocidas y aceptadas.

Ha encontrado un punto de humor jocoso al estilo del Leonard Cohen de I'm Your Man...

Sí, es que vas aprendiendo a analizar los temas desde otras perspectivas, a quitarles solemnidad y a distanciarte de las cosas. Alguien que me gusta mucho en ese aspecto es Randy Newman en los 70.

¿Escribe sobre hechos que han ocurrido recientemente en su vida o los deja reposar un tiempo?

Lo dejo reposar, es la única manera de ver las cosas desde una distancia crítica. Cuando he escrito demasiado en caliente no me ha gustado el resultado. Si empleas vivencias personales como materia prima hay que alejarse de ellas, si no sería como contarle tu vida a un colega.

¿Le agobia que la gente se obsesione con buscar referencias biográficas en su trabajo?

No soy consciente de que eso ocurra. Hombre, alguna vez en los conciertos te encuentras con gente que se toma las cosas demasiado en serio y, sí, termina por resultar incómodo.

¿No es un poco halagador también?

En mi caso, no. Es que me he encontrado con gente muy girada. Pero bueno, la gente suele entender que las canciones no son un diario o un texto periodístico.

¿Acepta que exista interés por su vida privada?

No noto que pase. Hay algún cotilleo y tal, pero no me lo tomo en serio. No me afecta ni a mi obra ni a mi vida diaria.

En Reloj sin manecillas pronuncia la frase "Tengo miedo/para qué mentir". ¿Qué le asusta?

Una insatisfacción difícil de habitar, estar solo, el paso del tiempo... Nos hacemos mayores y recolectamos nuevos miedos, aunque también relativizamos todos. Quizá el peor sea el miedo al miedo.

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