sábado, 26 de febrero de 2011

Nacho Vegas "No compito. Mis canciones ya están perdidas de antemano"



A Nacho Vegas (Gijón, 1974) le cae el flequillo como un telón espeso que esconde las historias que no quiere para su guitarra, porque "para confesiones ya están los confesionarios". Su último disco, La zona sucia, toma prestado el nombre de la "parte de las pista por la que los fórmula uno no siguen la trazada". Nada que ver, claro, con deseos inconfesables ni paraísos perdidos de la anatomía. Este fin de semana, arranca la gira de presentación que lo llevará, durante el mes de marzo, por Valladolid, Cádiz, Sevilla, Granada, Málaga, Barcelona y Madrid. Esta tarde, y a modo de preámbulo, participará en los coloquios Temas+ de Casa de América que transitan las fronteras de la música y la literatura.

Pregunta.- Con La zona sucia se cumplen diez años y cinco discos de carrera en solitario. ¿Un éxito para brindar frente al espejo?
Respuesta.- No es demasiado correcto hablar de carrera en solitario cuando me acompañan en este trabajo Abraham Boba, Manu Molina, Xel Pereda y Luis Rodríguez, entre otra mucha gente. Es verdad que al final en la portada del disco sale mi nombre y que es a mí a quien piden entrevistas. Pero grabar es colaborar, de eso no hay duda. Y yo nunca me he sentido solo, sino como uno más dentro de una banda de rock. O eso he pensado siempre.

P.- Esta vez se ha aliado con los Creative Commons en un trabajo autoeditado en la cooperativa Marxophone. ¿Es su despedida definitiva de los sellos?
R.- En realidad no. Marxophone funciona como otras tantas discográficas pequeñas, con la diferencia de que cada uno se edita lo suyo y así se minimizan los riesgos. Creo que los sellos vocacionales, los que ponen pasión en cada disco, tienen ahora más sentido que nunca. La crisis les ha dado espacio. No hay que confundirse. Lo que se está acabando es el negocio a lo grande de las multinacionales, el mercado musical que formaba parte de la industria del ocio, el atraco a mano armada. Eso pronto ya no existirá.

P.- De momento, se ha colado en el tercer puesto de los más vendidos.
R.- La presencia en las listas tiene un valor relativo. Recuerdo que hace años un tal Elvis Crespo fue capaz de vender una barbaridad de discos en pocas semanas pero se encontró con La Riviera vacía. Al contrario que Los Planetas, que vendían menos pero aseguraban el lleno hasta la bandera. Ahora, el mercado está mucho más equilibrado, lo que nos da espacio a ciertos artistas que no comulgamos con los booms musicales, con el éxito fugaz. La música está volviendo a sus orígenes, a las salas medias, donde da gusto tocar y se puede disfrutar escuchando.

P.- ¿Qué comparte con Jonás Trueba, además de un tema para la banda sonora de su película y un videoclip para su álbum?
R.- Me gustó mucho la forma que eligió de retratar Madrid a través de zonas y relaciones emocionales. Jonás conectaba un poco con mis canciones, con mi forma de entender la ciudad. Le pedí que hiciera el vídeo de La gran broma final y recurrió nuevamente a asociaciones emocionales que conectaban muy con la forma de respirar del disco.

P.- ¿Y por dónde se han pasado los derechos de las películas para el collage del videoclip?
R.- (Risas) Nos acogemos al derecho a cita. Es menos complicado de lo que puede parecer y en realidad el riesgo es mínimo, porque nunca concebí el vídeo como un objeto promocional sino como una obra de otra persona que utiliza una canción mía. Podemos utilizar esas imágenes porque el vídeo no va a ser distribuido ni tiene un propósito comercial concreto. Estaría bien, en cualquier caso, que el derecho a cita estuviera más regulado. Por lo que pudiera pasar.

P.- ¿De dónde viene la conexión con la Fórmula 1?
R.- Hay momentos de la semana en que soy muy prolífico y otros, en cambio, complemente estéril. Los domingos por la mañana, que es cuando echan las carreras, resultan especialmente provechosos.

P.- Lo siento, pero no me lo imagino disfrutando de una carrera.
R.- Me gusta la Fórmula 1 porque está en las antípodas de la música. Es una metáfora del capitalismo, de la competición salvaje por el éxito, de ese mundo en el que sólo vale ganar, en el que el segundo es el primero de los perdedores. Por eso me da miedo y me fascina al mismo tiempo. Porque no tiene nada que ver conmigo. Yo no compito, no me importa ganar o peder porque mis canciones ya están perdidas de antemano.

P.- En el coloquio de esta tarde saldrán a la luz William Saroyan y Carson McCullers, que inspiran dos de sus canciones. ¿Están estas canciones dedicadas a los inadaptados?
R.- De alguna manera, todos somos unos inadaptados. Luchamos por sobrevivir y por tirar adelante. Unos se dedican al cuero. Yo compongo canciones.

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