sábado, 26 de febrero de 2011

La literatura no es puro cuento


Nacho Vegas es cantante y escritor, Marcelo Figueras es escritor, cineasta y ensayista, e Ignasi Duarte es actor, dramaturgo y artista visual. Nunca habían estado juntos y mucho menos revueltos hasta que la Casa de América les planteó que debatieran sobre literatura. Pero no sobre el sexo de los ángeles literarios, sino para que llegaran a intuir la raíz literaria común que comparten las manifestaciones artísticas.

Una empresa nada baladí que, asumieron como un reto (más) en sus carreras y que han compartido con ABC. Como en el principio fue el verbo, Nacho Vegas puntualiza con acierto que «todos ellos —música, literatura, teatro y cine— son lenguajes y, por lo tanto, beben unos de otros». Lo que sucede, como recuerda Marcelo Figueras, es que «la literatura en la cultura occidental ha ocupado un lugar central y tendemos a referir todas las formas surgidas después al modelo literario». Para el argentino, que llegó a ejercer durante 20 años de periodista, «la analogía es posible, pero estamos hablando de ramas del árbol narrativo, de formas de contar». Ese árbol, el de la creación, se riega con el talento de todos aquellos que, en algún momento, sienten esa «urgencia», que Nacho Vegas considera necesaria para «hacer algo, para transmitir». En el caso del asturiano, escritor de relatos y prologuista de Dennis Cooper, «la escritura es una más de las muchas inspiraciones para componer canciones. Tienes que tener la vocación de comunicar algo y eliges esa forma porque es la única para expresar una cosa que de otro modo serías incapaz. Es una cuestión de urgencia, que es lo contrario a la disciplina».

Pero con el purismo (que no con la Iglesia) hemos topado. Mientras la sociedad de consumo vive por y para la catalogación, la separación de disciplinas, el estatismo en un solo género... los protagonistas de nuestro relato lo ven un «absurdo», hasta el punto de que Ignasi Duarte considera que en los medios (principales culpables) «a las cosas se las despacha de manera muy rápida y eso demuestra la mala educación de nuestro país». El dramaturgo catalán considera que «a menudo hay poco trasvase entre géneros, cuando lo realmente importante es qué decir y, sobre todo, si hay algo que decir». Teoría a la que se suma Figueras, convencido de lo positivo de «esta mezcla carnal y casi orgiástica de registros que antes estaban muy apartados».

Una orgía cultural que el cineasta justifica por la necesidad de contar historias: «Me fascinan, pero no me fascina una sola manera de contarlas. Reclamo mi derecho a jugar libremente con determinados elementos». Ese juego permite captar influencias y que, si la suerte creativa te acompaña, las musas te cojan despierto. Como apunta Nacho Vegas, «todos necesitamos una visión poética de las cosas, todos necesitamos ver la vida de una manera diferente a como la percibimos de una forma superficial. A mí, como músico, como creador, me corresponde ser sujeto activo a la hora de percibir».

Para Marcelo Figueras, «la forma de organizar la realidad ya no responde a cómo era hace unos años». Puede que a ese cambio se deba que «La zona sucia», el último disco de Nacho Vegas, ocupe esta semana el tercer puesto en la lista de los álbumes más vendidos. «No es que yo venda más, es que el resto venden menos», puntualiza. Pero hasta puede que las piezas del puzzle cultural estén empezando a encajar.

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