sábado, 26 de febrero de 2011

Nacho Vegas: "El desamor y la necesidad de volver a creer en otras cosas es el nexo de unión de las canciones La Zona Sucia"


Los conciertos tendrán lugar los días 25 y 26 de febrero de 2011 a las 22:00 horas en el Teatro Experimental Álvaro Valentín del Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid. Todavía hay entradas disponibles a un precio de 15 euros en el C.C. Miguel Delibes y en Entradas.com

El grupo vallisoletano My Friendly Ghost actuará como telonero de Nacho Vegas con un concierto en acústico. Ganadores del concurso Norterock 2010, My Friendly Ghost son un quinteto local con influencias que van desde Wilco, hasta Bonnie Prince Billy o Fleet Foxes.

No te vamos a volver a preguntar el por qué de duplicar fechas en Valladolid y la causa por la que vuelve a arrancar la gira de tu último trabajo ‘la zona sucia’ en la capital pucelana porque algo ya nos has contado al respecto. Pero, ¿ofrece algo distinto el público de esta ciudad al escuchar el directo de tus canciones por primera vez? ¿Somos un buen público? Ya siento el rollo localista, pero es pregunta obligada.

El público de Valladolid me recuerda bastante al público de Asturias. Creo que tenemos un carácter bastante parecido. Tiene un punto frío, pero no en un mal sentido. No en el sentido de que se trate de un público distante. Se trata de un rasgo intrínseco de la gente de Castilla hacia el norte y eso nos hace sentir muy cercanos a la gente de Valladolid.

En las últimas declaraciones a diversos medios has tenido encontronazos un poco polémicos como lo que ocurrió en un vídeo chat celebrado con El Comercio Digital en el que mencionaste una polémica con unos jugadores de fútbol de los principales equipos asturianos y algo relacionado con la Ley Sinde y la reinvención de la industria discográfica. ¿Te gusta polemizar o buscas repercusión?

Bueno, no me gusta polemizar especialmente, pero el tema de la Ley Sinde es polémico ya de por sí. Tengo una opinión que compartimos afortunadamente muchos músicos. En cuanto a lo del videochat se trataba de un jugador del Oviedo que había fichado por el Sporting. Al parecer había recibido amenazas de muerte e hice un comentario al respecto, pero con ironía. Los usuarios no terminaron de pillar la ironía y se pusieron como fieras. La gente no tiene sentido del humor. Ahora hay que tener mucho cuidado con lo que se dice.

En cada disco tienes la suerte de contar con la colaboración de excelentes músicos, más o menos habituales o más o menos extraordinarios como Abraham Boba y Xel Pereda, ¿Cuál ha sido la mejor colaboración que has llevado a cabo o la que más te ha gustado o te ha hecho sentir más cómodo?

A todas las colaboraciones que he hecho les tengo mucho cariño. Con ellas te metes en la piel del otro, en la manera de trabajar de otra persona, en su manera de hacer canciones. Hay un intercambio de cosas, de experiencias y cómo conseguir que entre los dos salgan las cosa bien. Las colaboraciones con Enrique (Bunbury) y con Christina (Rosenvinge) han sido las colaboraciones más especiales, porque supusieron una gira posterior y una relación bonita. Luego hay colaboraciones específicas de cada disco, que son más puntuales. En este disco, por ejemplo, hay una canción en la que cantan Mar y Alicia de ‘Pauline en la playa’ porque tenían ganas de colaborar con un disco mío y el resultado ha sido estupendo.

Tu último trabajo nace de la mano de la iniciativa denominada Marxophone ¿Vas a autoeditar todos tus trabajos en adelante?

Empezamos el primer disco autoeditado y todo dependerá de cómo vaya marchando la cosa. Estos años atrás he estado publicando mis discos con Limbo Starr. He trabajado con ellos muy a gusto, haciendo las cosas con mucho cariño y muy bien. Lo que pasa es que hoy en día la relación tanto para Limbo Starr como para mi era un poco difícil al tener solamente un contrato discográfico. Tal y como están las cosas ahora mismo las discográficas, independientes o no, se han convertido en oficinas de producción y protección de datos. Así que decidimos dar este paso. Hacer algo un poco al margen de eso, una autoedición en la que la oficina, I am artist, también está al tanto un poco de todo, tomando decisión entre nosotros de forma consensuada y dejando un poco que la música sea el centro de todo porque durante muchos años en la industria discográfica lo que más ha importado es el negocio y rentabilizarlo todo. Y creo que los sellos pequeños que nos autoeditamos hacemos las cosas con mimo y con cariño que es lo que debe ser.

Puedes rematar los nuevos discos con temazos del tipo ‘Dry Martini SA’ o ‘El tercer día’, y llegar con ‘la Gran Broma final’ a tocar la fibra sensible de todos tus admiradores antes de que se estrene tu último trabajo, pero en los conciertos todo el mundo te sigue pidiendo ‘El Ángel Simón’ y ‘La canción de Michi Panero’. ¿Crees que serás capaz de seguir escribiendo "himnos" durante muchos discos nuevos más?

Yo, por humildad, no los llamaría himnos, claro (ríe). A mi también me sorprende en cada disco cuáles son las canciones que más gustan a la gente porque, por ejemplo, con el ‘El Ángel Simón’ no me esperaba que una canción tan larga, sin estribillo, funcionase tan bien. Son canciones que sigo tocando, pero también hay otras tantas que he dejado de tocar porque yo mismo, al interpretarlas sobre el escenario me daba cuenta de que me estaba aburriendo, como en el caso de ‘Ocho y Medio’. Necesito dejarlas descansar un tiempo y refrescarlas. A lo mejor las vuelvo a tocar en esta gira, pero siempre de otro modo. Cuando vuelva a necesitarlo.

¿El título del último trabajo, además de con la Formula 1, guarda relación con esa sensación general que le queda al oyente tras oír el disco completo: de desazón, de incertidumbre, oscuridad o imprevisto? La crítica dice, incluso, que ha regresado el Nacho Vegas más crooner (y cito textualmente) ¿hay lugar para la esperanza en tu música?

Sí. La verdad es que lo de la Formula 1 es un poco anecdótico - aquello de la zona donde se quedan los restos de neumáticos y demás - y, en efecto, tienes más que ver más con la sensación de la que parten las canciones que con la sensación que dejan al escucharlas. Son un juego de luces y de sombras y quizás un poco confusas, un poco sucias. Guardan relación con la causa que llevó a escribir precisamente estas canciones.

¿Tú crees que no hay esperanza? (risas de ambos) Creo que hay canciones en este disco como ‘La gran Broma Final’ que son canciones con un poco de amargas, pero en otras, como ‘Incendios’ hay un atisbo de luz, un lugar para la esperanza. La verdad es que están compuesta partiendo de emociones muy intensas y de la sensación de que cosas en las que creías se vienen abajo en un momento. Pero uno tiene siempre la necesidad de reconstruirse, porque es algo inherente al ser humano y algo de eso hay también en cada tema.

La portada del disco esconde tras una z de zona, supongo, un paisaje urbanita nocturno de un cuadro ¿de qué ciudad o imagen se trata? ¿qué trata de reflejar?

Es un cuadro de un pintor de Gijón, Adolfo P. Suárez, que a mi me gusta mucho por el tipo de paisajes que pinta. En este caso el paisaje que reproduce es una escena urbanita que mezcla aires de Gijón y de Madrid de noche. Quería que el dibujo reflejase eso porque mis canciones tienen siempre como telón de fondo, precisamente, la ciudad.
¿La comparación con las Torres Gemelas con la fortaleza de una historia de amor tiene un referente biográfico real?

Referente real hay en todas las canciones, lo que pasa es que luego esas referencias se convierten en otra cosa cuando aparecen en las canciones. Se pueden moldear y adaptar a nuevas realidades cuando las interpreto un poco a mi antojo.

Si tu Lp anterior ‘El manifiesto desastre’ y tu EP ‘El género bobo’ alternaban distintos registros musicales entre la ranchera, el country, el folk y el pop, este trabajo , sin perder la personalidad propia de tus trabajos parece más uniforme musicalmente hablando y más temático – el desamor como referencia- en lo que a las letras se refiere. ¿Responde a alguna causa? ¿Es una impresión mía o un enfoque deliberado?

No es una impresión tuya. Sí. Tienes razón. Lo que pasa es que cuando me encuentro en pleno proceso de composición, las canciones están un poco desordenadas en mi cabeza, y hasta que nos paro y las ordeno un poco no veo lo que tienen en común. En este caso, en efecto, el desamor y la necesidad de volver a creer en otras cosas es el nexo de unión. Por eso, como dices, El Mercado de Sonora que se sale un poco de este guión se coloca al final del disco porque es la que tiene un aire más diferente, porque sí que suelo meter al final de cada trabajo una canción con un aire diferente.

Es verdad que la diferencia de La Zona Sucia y El Manifiesto Desastre es que el largo anterior (EMD) era muy caótico, porque algunas de aquellas canciones se convirtieron un poco en un ejercicio de estilo y este, sin embargo, es un disco mucho más natural.

Las drogas, el reloj que se para, la necesidad de huída son constantes en las letras en tus canciones. ¿A qué se debe el recurso constante a estas imágenes? ¿te sigue atormentando la idea de la muerte o más la sensación de estar muerto en vida?

Creo que nos pasa a todos. Las canciones combaten un poco la ansiedad que nos provoca el paso del tiempo. Cuando eres niño te dedicas a disfrutar de la vida porque no tienes esta sensación. Pero con el paso del tiempo el lastre que acumulas por las experiencias pasadas y la angustia por lo que está por venir crea cierto desasosiego que se convierte en efecto en una constante en mis letras.

Sí, de hecho has mencionado a los niños. ¿Cómo surge y cómo crees que funciona el tema de las voces infantiles femeninas en ‘perplejidad’ y en ‘tabernero’? no es la primera vez que usas este recurso para decorar letras tremendas…

Combinar voces infantiles con voces adultas es algo que ya utilicé en canciones como ‘Michi Panero’ pero en esta ocasión se debe a que creo que los niños siempre aportan cierta pureza, que choca con las letras tan duras. Le aportan otro aire que funciona muy bien.

Por cierto, has leído que en tu blog - no oficial - te describen como bohemio taciturno ¿qué piensas?

(risas de nuevo) La verdad es que no sé muy bien qué significa hoy en día de “bohemio” y desde luego taciturno yo creo que no soy. Creo que es una imagen que proyecto, pero no es así.

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