martes, 8 de febrero de 2011

Me preocupa Nacho Vegas


Vuelve Nacho Vegas con nuevo disco, pero a mí lo que me interesa no es el disco: es Nacho Vegas. Me preocupa, la verdad. Le veo mal de salud, tenebroso en sus frases, triste en sus gestos y con los ojos como hundidos en mitad del rostro, con muy mala cara.

Vegas nunca fue la alegría de la huerta, vale, pero ahora no tiene, definitivamente, buena pinta. Consiguió dejar la heroina para engancharse a la metadona y ahora bebe, admite, en cantidades serias. "El problema es que lo hago cuando estoy solo", dice. "Necesito amigos que beban y se droguen poco, pero no tengo amigos así", explica. Si fuera familiar mío estaría un poco asustado.

Una de las mayores hipocresías del show bussiness consiste en esta indisimulada filia a la muerte. El artista es el torero que se arrima, se arrima, se arrima hasta que un día... Un día lloramos, encendemos velas y escribimos epitafios llenos de gladiolos. Todo con grandes palabras. Primero exigimos el sacrificio, después lo lloramos y repudiamos. Pero cogemos otro bol de palomitas: el show continúa.

Lo mismo rige para el artista, agasajado en el escenario, solo en el hotel (incluso en uno de Estepona, so long, Gary Moore). En cualquier profesión, un trabajador más allá de su límite es invitado a recuperarse. Aquí no. Aquí casi todo invita a lo contrario. Y no sólo la máquina detrás: el público, delante, quiere sangre en la arena. Queremos, como niños, mover nuestras marionetas en el país de los sentimientos.

El tópico del rock and roll -las drogas, los excesos, el descontrol- muchas veces no son más que una pura expresión de miedo al desnudo, al corazón abierto. Es un lugar común en las entrevistas: estrellas con más kilómetros que el baúl de la Piquer que te admiten que sí, que todavía se acojonan "como el primer día" antes de salir a escena o al "quirófano", como me decía uno hace años.

Me he cruzado con Nacho Vegas unas cuantas veces (la última, incluso, tuve la suerte de compartir escenario con él hace unos meses). Además de quijote para su generación e independientemente del acierto o no de sus discos, me parece un tipo de una pieza, honesto, verdadero, de aire vulnerable e incluso un punto inocente.

El tipo de gente que no sobra a este lado de la vida.

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