sábado, 7 de agosto de 2010

"Detesto mi voz en mis primeros discos. Ahora me gusta... alguna que otra vez"



Con la cabeza pensando ya en todas las nuevas canciones que están por venir y con una nueva banda que le conoce al milímetro, el cantautor asturiano Nacho Vegas llega esta noche a Salobreña para cantar en directo lo estrecho que es el abismo que separa a veces el amor del desamor.

-¿Qué tal se está escontrando con El Manifiesto Desastre? ¿Se hace raro volver a enfrentarse solo a las canciones después de haber estado tan bien acompañado por Bunbury y Christina Rosenvinge?

-Bueno, hace ya dos años que grabamos El Manifiesto Desastre y entonces sí, fue un disco especial después de haber hecho varias colaboraciones y con una nueva formación en la banda. Ahora después de haber girado juntos todo el año pasado estamos dispuestos a grabar nuevas canciones.

-Da la impresión de que con El Manifiesto Desastre no quería dar cabida a las dobles interpretaciones, sino que posiblemente habla más claro y más directo que nunca...

-Quise pulir las letras bastante y dejarlas en la esencia, si es que podía. Corrijo mucho, y generalmente la labor más importante no es saber lo que hay que añadir, sino lo que sobra.

-Sus melodías y hasta su forma de cantar han ganado más luz en estos últimos tiempos... ¿Con el paso de las años algunas cosas se van viendo más claras?

-La voz es un instrumento extraño. Por muy poco registro que tengas -y yo tengo más bien poco-, siempre puedes bucear en ella y encontrar nuevas maneras de usarla, de expresarte con ella. Con el tiempo aprendes mucho. Detesto mi voz en mis primeros discos. Ahora me gusta... alguna que otra vez.

-¿El desastre se puede llegar a convertir en una ley de vida?

-Es algo con lo que hay que aprender a convivir y cada uno lo hace a su manera. Ya sabes, como cantaban los Smiths: "Amor, paz y armonía... / Tal vez, pero no en esta vida".

-El Manifiesto Desastre arranca con la aventura de empezar un amor nuevo y acaba con su fin y su destrucción, aunque a veces da la impresión de que amor y desamor van más unidos de lo que pueda parecer y que se pasa de una forma muy espontánea de un estado a otro...

-Sí que son dos cosas que van de la mano. Siempre se trata de una búsqueda continua, de encontrar algo de luz entre tanta oscuridad.

-El amor del que habla es un amor lleno de imposibles, de "querer atrapar con las manos el aire", de "obrar un milagro"... ¿Es la dificultad lo que le da más belleza y satisfacción cuando se alcanza?

-Sí, es su esencia. Las cosas importantes, como el amor, son las más intensas y a la vez las más difíciles de comprender. De hecho es imposible si atendemos sólo a la lógica, por eso son esa clase de sentimientos los que nutren las canciones.

-Aunque las canciones no tienen por qué ser absolutamente autobiográficas, sí que suele haber en ellas una buena parte de emociones y sentimientos muy personales... ¿Nunca siente cierto pudor o miedo a ser más vulnerable porque su público conozca de primerísima mano lo que pasa por su cabeza?

-Aunque la realidad es una buena materia prima, por sí misma no significa nada, tiene que sufrir una transformación hasta llegar a la canción para que resulte reveladora de algo, por eso el pudor no tiene cabida cuando canto.

-En El Manifiesto Desastre hay lugar para conversaciones de tú a tú en las que hasta se pone a dialogar, hay referencias directas a gente como Marc Bolan o a Lole y Manuel...

-Sí. Las canciones están repletas de guiños a algunos de mis referentes, unos son mas evidentes y otros están ocultos en los títulos, en las letras o en algún arreglo. No sé, es algo que me gusta hacer, casi como un juego en el que voy dejando pistas repartidas por el disco.

-Después de grabar con Bunbury y Christina Rosenvinge, ¿hay alguien de la escena musical actual a quien le tenga ganas?

-Claro, me gusta colaborar con gente a la que respeto profundamente, pero es mejor encontrarte con esas colaboraciones y no forzarlas. Hace poco grabé una canción con Manel, que es grupo que me encanta.

-J de Los Planetas y muchos otros músicos se deshacen en elogios hacia usted... ¿Sientan mejor los piropos que vienen de colegas?

-Bueno, J también es bastante crítico conmigo, el cabrón... Pero sí, cuando nos juntamos gente de otros grupos hablamos mucho de música, de los discos que escuchamos y se nota la pasión que compartimos.

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