viernes, 7 de mayo de 2010

"Las mejores canciones no hablan de ti, sino de tu forma de ver la vida"


En su primera actuación en Gazteszena vino solo; en la segunda se acompañó de Christina Rosenvinge. Esta noche, en el Leidor de Tolosa, a Nacho Vegas le precederá el donostiarra Rafael Berrio y le escoltará su grupo al completo, en un concierto tirando a acústico

Donostia. En Dry Martini, un tema de su último disco, Nacho Vegas canta: Pierdo un vuelo, pierdo un tren, pierdo los papeles y por ti perderé la cabeza poco a poco. Con tal de que no le ocurran los dos primeros versos, se le permite cumplir los dos últimos. En Tolosa se le espera a las 21.00 horas. Publicará su nuevo disco en el segundo semestre del año.

En esta parte de la gira, además de temas de "El manifiesto desastre" incluye también canciones de su próximo disco, aún sin publicar. ¿Habrá hoy inéditos?

Para los concierto de Tolosa, Bilbao y Pamplona incluiré algún tema nuevo que estamos interpretando en las últimas actuaciones. Estos conciertos son un puente entre los de la gira de El manifiesto desastre y el próximo; tampoco habrá demasiadas canciones nuevas, pero sí servirán de presentación para lo que estoy haciendo ahora.

La gira de "El manifiesto desastre" se ha alargado en el tiempo.

Es una gira más extensa de lo que suelo acostumbrar pero no habíamos tenido la oportunidad de tocar ni en Donostia ni en Pamplona, estos conciertos sí que me apetecía hacerlos. Estará toda la banda, pero será un formato un poco más acústico.

Los títulos de sus discos se mueven entre la sugerencia y la contundencia. "Reavivación de hostilidades" es un guiño...

En una entrevista con un periódico de Asturias me preguntaron si tenía título para el disco, yo le dije éste, que además lo anotó mal, porque yo le dije Reanudación de las hostilidades, pero en realidad no va a ser el título del nuevo disco. Los títulos, como las letras, te surgen de las conversaciones que oyes o cosas que lees en un libro o en el periódico, como en este caso, sobre una de las guerras que hay en el mundo y se utilizaba ese eufemismo para enmascarar cosas más fuertes. Me gusta mucho pensar y cuidar los títulos, que sean sugerentes y atraigan nada más leerlos.

Entre "El manifiesto desastre" y el próximo disco, ¿se va a reconocer al Nacho Vegas intimista, de letras muy cuidadas, o habrá algo desconcertante?

Cada disco es un paso en el camino, siempre hay algo que comunica un disco con otro, lo que ocurre es que el nuevo disco está en una fase en la que todo está desordenado y hasta que no llegue al estudio y haga la criba de las canciones y pula las letras no tengo muy claro en la cabeza cómo va a ser. Pero cada canción encierra una pequeña historia, e incluso aunque la mayoría estén en primera persona, cada primera persona es un personaje diferente. Es un disco de pequeñas historias.

¿Estaría de acuerdo con la idea de que en sus letras se refleja más el paisaje interior que el exterior?

Yo no lo diría así, porque realmente creo que es una doble mirada, hacia dentro y hacia fuera. Muchas canciones parten de la realidad pura y dura, de las cosas vividas o las que me rodean, pero cuando llegan a la canción las transformas a veces, las conviertes en ficción porque se trata de que resuman tu manera de ver la vida más que de que hablen de uno mismo, que no es tan interesante (se ríe). Es una mirada de dentro hacia fuera.

Sobre sus conciertos, le he escuchado decir que le gusta que se pierda el lado íntimo de las canciones y también que en el directo se cree una sensación de peligro, quizá porque está fuera de control.

La gira tiene siempre algo de excitante porque es irregular, los conciertos dependen de muchos factores: el entorno donde estés, el estado de ánimo. Tienes que abstraerte de todas ellas y que la canción mande sobre todos los factores ambientales. Hay algo de incertidumbre siempre. No sabes que te va a salir bien. De hecho, cuando me doy cuenta de que una canción la estamos interpretando mecánicamente porque la hemos tocado demasiado, decido eliminarla del repertorio y sustituirla por otra.

Tiene fama de abstraerse mucho en los directos, de no ser precisamente de los que intercala un discurso entre tema y tema.

En unas giras he estado más locuaz que en otras. En esta última entiendo que las canciones tienen que ser las protagonistas, por encima de la personalidad de los que estamos en el escenario. Pero depende del día estoy más hablador que otros; tampoco me gusta que las cosas que se dicen entre canción y canción empañen el repertorio. Yo a veces he estropeado conciertos diciendo tonterías (risas).

Sus letras denotan simpatía hacia los perdedores. ¿El mundo se cuenta de una forma distinta que desde una óptica autosuficiente?

Hay muchos grises entre el blanco y negro, pero sí creo que hay dos formas de ver las cosas: estar en el lado del débil o del fuerte, que es también la diferencia entre ser de izquierdas o de derechas. Cuando estás en el lado de los que pierden, tiendes a entender un poco mejor la naturaleza humana, lo que tiene de bueno el ser humano.

Tras Bunbury y Christina Rosenvinge, ¿tiene a la vista alguna colaboración prevista o deseada?

No. Acabo de hacer una colaboración con un grupo catalán, Manel, que me encanta, y ahora que los he conocido en Barcelona, me gustan todavía más. Hemos hecho una versión para el disco que saldrá el Día de la Música, y celebraremos un concierto juntos. Pero fue algo puntual. A mí colaborar con otra gente me gusta mucho, porque siempre aprendes mucho de la manera de entender la música, pero tampoco me gusta planificarlo demasiado, tiene que haber un encuentro, algo en común con la otra persona y si existe una chispa, vas adelante. Aunque tener una banda también es colaborar: yo de mis músicos aprendo mucho.

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